Este sábado volverá a procesionar el Padre de Familias por el centro de Montilla

Como cada tercer sábado de septiembre, el Crucificado que -según la tradición- presidió el Concilio de Trento volverá a recorrer las calles de Montilla con una reducción de horarios.

La Hermandad de Nuestro Padre de Familias, sita en el Convento de Santa Clara, comenzó la celebración de los Cultos en Honor a su Titular el pasado viernes, 8 de septiembre, con la Novena que comprenderá hasta este sábado, 16 de septiembre, que culminará con la Procesión y la Solemne Función Principal de Regla el día siguiente -Festividad de Nuestro Padre de Familias- a las 20:00h ocupando la Sagrada Cátedra Fray Miguel Castellanos Sotos.

La Salida Procesional nombrada con anterioridad se celebrará el último día de Novena -sábado 16 de septiembre- contando por segundo año consecutivo con los sones de la Agrupación Musical "La Unión" y que presenta varias modificaciones en el itinerario y el horario con respecto al pasado.

A las 21:15h, la comitiva partirá desde el Convento de Santa Clara buscando el núcleo urbano de la ciudad de Montilla a través de las calles Santa Clara, Benedicto XIII, Enfermería, Blanco, Aleluya, Alta y Baja, San Luis, San Juan de Dios, Gran Capitán, Llano de Palacio, Santa Clara y entrada en el Monasterio de Santa Clara, a las 22:30h aproximadamente.

"YO SOY EL PADRE DE ESTA FAMILIA"

El Padre de Familias supone una de las imágenes más importantes para la historia de Montilla, quizás menos reconocida actualmente, pero que cabe reseñar algunos capítulos que protagonizó a lo largo de su travesía, y es que numerosos devotos conocidos oraron ante la imagen de tamaño académico como Mariana Fernández de Córdoba, sexta marquesa de Priego, que le regaló la corona de espinas, o Pedro de Aragón, esposo de Ana Fernández de Córdoba Figueroa.

Especialmente cabe destacar Catalina Catalina Margarita Fernández de Córdoba en el siglo XVII -dice la tradición- que el Cristo le habló diciéndole "Yo soy el Padre de esta familia, y es de mi agrado que con este nombre me invoquen, pues siempre hallarán consuelo", de ahí parte la advocación del Crucificado, que presidió en varias ocasiones el Concilio de Trento,